La endometriosis es una enfermedad caracterizada por el crecimiento de tejido endometrial (revestimiento interno del útero) fuera de la cavidad uterina. Esta enfermedad, considerada como enfermedad benigna y crónica, afecta al 10-15% de mujeres en edad reproductiva y, además de ser dolorosa, tiene un impacto considerable sobre la fertilidad femenina.
Pero, ¿qué factores influyen en su desarrollo? Clásicamente se ha considerado una enfermedad mediada por los estrógenos uterinos y desencadenada por una menstruación retrógrada (parte del tejido endometrial fluye hacia atrás en lugar de fluir hacia el exterior como es lo habitual con la menstruación) aunque, ni esta teoría, ni el resto de las propuestas, llegan a aclarar su mecanismo de acción y ubicuidad(la localización de la endometriosis es muy amplia y, además del útero, puede llegar a afectar a otras tejidos y órganos como la pelvis y aparecer incluso en algunos hombres).
Sin embargo, trabajos recientes empiezan a sugerir que la endometriosis podría ser una enfermedad sistémica modulada, si no desencadenada, por procesos prenatales que conducen a alteraciones en la funcionalidad mitocondrial y el microbioma intestinal.
Así, la publicación en la revista científica Biomolecular concepts del Dr. George Anderson, detalla que la disfunción mitocondrial podría deberse a:
Así como alteraciones del microbioma intestinal ligadas a la depresión, y generadas por los niveles disminuidos de ácidos grasos de cadena corta (del inglés SCFA), especialmente de los beneficiosos como el butirato, así como una desregulación de la permeabilidad intestinal.
De este modo, las investigaciones más incipientes están empezando a poner el foco de determinados desencadenantes patológicos en genes asociados con la capacidad antioxidante de la mitocondria (como el gen CYP1B1), así como con la vitamina A o la ruta melatonérgica, las cuales tienen una importante función en la regulación del desarrollo placentario y fetal. Este trabajo demuestra cómo, con un abordaje vanguardista, podemos ligar alteraciones de procesos prenatales, a través de la modulación del intestino y del microbioma intestinal, con complicaciones postnatales. Del mismo modo, los hallazgos del Dr. Anderson permiten asociar la endometriosis a procesos genéticos y epigenéticos, circunstancia que sienta las bases del estudio genético de la enfermedad. Es más, estos resultados podrían provocar que la endometriosis pase de ser clínicamente gestionada desde las unidades de ginecología a una perspectiva más integradora y de desarrollo sistémico, tendencia que en los últimos años está tomando protagonismo en una gran variedad de enfermedades. Por ejemplo, es ampliamente conocido que factores perinatales como el nacimiento mediante cesárea, parto prematuro y alimentación mediante formulado (contra lactancia) son factores de riesgo para sufrir endometriosis. En concreto, la ablactancia regula de forma directa la microbiota intestinal del bebé, así como las rutas melatonérgicas, por lo que el vínculo de esta a la endometriosis toma cada vez mayor fuerza.
En Pronacera somos expertos en investigación en herramientas diagnósticas, especialmente en aquellas dirigidas al campo de la reproducción humana. En este sentido, y aunque aún queda un largo camino por recorrer, estos hallazgos ayudan a focalizar sobre el origen de enfermedades complejas, multifactoriales que, con un abordaje integrativo, pueden derivar en una mejor calidad de vida de las pacientes. Así, en nuestro laboratorio disponemos de estudios del microbioma, tanto a nivel del tracto reproductivo, como intestinal, así como de evaluaciones avanzadas que permiten evaluar el microbioma intestinal en combinación con el estudio de la homeostasis mitocondrial de las pacientes, un binomio clave en aquellos pacientes con patologías crónicas que cursan con dolor como es el caso de la fibromialgia.
Sin duda, el campo de la microbiota está experimentando un boom muy importante que ayudará a comprender su implicación en muchas patologías en las que hoy desconocemos su papel. Pero, sobre todo, ayudará a suministrar a la comunidad médica terapias, tanto farmacológicas como complementarias a estas, para restaurar, de forma cada vez más personalizada, la salud general de las personas.