Incapacidad absoluta por fibromialgia Pronacera

Totalmente. Y es que, aunque los magistrados y tribunales médicos siguen siendo reticentes a proporcionar la incapacidad total a las pacientes de fibromialgia, parece que poco a poco la sociedad va siendo consciente de la enorme dificultad que suponen muchas de las tareas convencionales a estas mujeres. Este es el caso de F. M., una limpiadora de 56 años que, tras 2 años de duros litigios, ha conseguido obtener la incapacidad total tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

 

Tristemente, como reza la noticia, «El juez le concede la incapacidad absoluta permanente, por fibromialgia, en una sentencia poco habitual». No en vano, el colectivo de afectadas y afectados por fibromialgia lleva años luchando por visibilizar este síndrome caracterizado por un dolor generalizado que en muchas ocasiones hace imposible desempeñar la tarea más fácil. En esta lucha, las asociaciones de fibromialgia centran sus esfuerzos en concienciar a la población en general (y a los profesionales sanitarios y magistrados en particular) de lo difícil que es convivir con este síndrome crónico. Un síndrome que, recordemos, es reconocido como entidad clínica por la Organización Mundial de la Salud desde el año 1992, algo que aún parece insuficiente para situar a la fibromialgia entre las patologías inhabilitantes.

Como es de sobra conocido, la fibromialgia rara vez «ataca» en solitario. En el caso de F.M., el dolor característico venía acompañado de cervicoartrosis, cefalea crónica y síndrome de fatiga crónica. Un cóctel que, tal y como recoge la sentencia del TSJC, hace que F.M. «no pueda subir ni bajar escaleras», o se enfrente a la «imposibilidad para el desarrollo de actividades que comporten bipedestación prolongada». Es decir, hasta la sentencia de este órgano, el Instituto Nacional de la Seguridad Social consideraba que el no poder estar de pie ni utilizar las escaleras no suponía un impedimento para que una limpiadora ejerciera su labor. Esta es una prueba más de que existe aún cierta reticencia por este organismo a la hora de reconocer como incapacitantes a aquellas enfermedades «invisibles» como la fibromialgia o la fatiga crónica, lo que obliga a los pacientes a emprender acciones legales de larga duración. Esta lucha administrativa supondría una presión psicológica intensa para cualquier persona. Como sabemos, esta circunstancia es aún más preocupante en una paciente de fibromialgia, pues cualquier tipo de estrés agrava el resto de síntomas asociados. Así, F.M. manifiesta que «No dormía bien. Me levantaba como si me hubieran dado una paliza y apenas me podía mover, con el cuerpo todo rígido».

A pesar de todo, el abogado laboralista Víctor Canalda consiguió lo que su clienta persiguió durante mucho tiempo. Como él mismo explica, «(En la fibromialgia) el sufrimiento del paciente es real y, al ser una enfermedad degenerativa, suele ir a más, añadiéndose que suele ser común la concurrencia de otras afectaciones de índole psicológica, como depresiones o distimias, que producen que la persona deba convivir con un dolor más o menos intenso, pero constante, y un sentimiento generalizado de abatimiento y resignación.». El Señor Canalda piensa que «la clave, en mi opinión, ha sido sintetizar las dolencias recogidas en los informes médicos de profesionales del servicio de salud, que acreditaban la gravedad y curso de la enfermedad, y contar con un buen perito que trasladara al juez las cuestiones nucleares de la enfermedad en términos entendibles para su valoración.». Sin embargo, hay que resaltar que no todo cuadro de fibromialgia se entenderá como incapacitante, pues solo aquel que no permita la realización de actividades cotidianas será considerado como tal (habitualmente, los cuadros graves de grado III y IV). Afortunadamente, F.M. fue justamente evaluada, y gracias a ello podrá centrarse en su tratamiento con un 100% de la pensión.

Conscientes del enorme reto que aún supone el reconocimiento por parte de la comunidad médica y el sistema judicial de la fibromialgia, en Pronacera llevamos años estudiando la incorporación de biomarcadores moleculares a la identificación de la patología a través de nuestra herramienta diagnóstica FibroKit. Así mismo, contamos con asesores legales externos que estudian el caso particular de cada paciente para poder afrontar de la mejor manera posible este tipo de litigios. De este modo, queremos contribuir a eliminar las reticencias que aún causa en la administración esta patología «invisible».