Domingo 26 de julio, 9:30 de la mañana en el hotel Finisterre de A Coruña. Toda la plantilla del Club de Fútbol Fuenlabrada confinada en el hotel con 28 contagiados en el equipo. Se suspende un partido clave contra el Deportivo donde se jugaba estar en el ‘playoff’ de ascenso. Bajo la supervisión de José Manuel Blanco, médico del club, la plantilla comienza un tratamiento con una fórmula personalizada basada en una combinación de factores de transferencia inmunitaria, fotoquímicos de origen natural, y de nutraceúticos e ingredientes farmacológicos como zinc, levadura de Selenio, vitamina D o polvo de silicio.
Martes 28 de julio, sólo 48 horas después de iniciar el tratamiento había desaparecido la sintomatología de jugadores y miembros de la plantilla. Además, el tratamiento ayudó de forma preventiva evitando la aparición de nuevos casos positivos.
Viernes 2 de octubre, el médico de la Casa Blanca, Sean B. Conley, emite un comunicado en el que confirma el positivo en el test SARS-CoV-2 del presidente de los EEUU. Trump, que regresaba después de un evento de recaudación de fondos en Bedminster, Nueva Jersey, experimentaba “síntomas leves”, según informó la Casa Blanca. A última hora del día, el presidente comenzó a desarrollar fiebre muy alta y un descenso en su saturación de oxígeno, dijo Conley. Además, informó que Trump estaba tomando un complejo farmacéutico que contenía zinc, vitamina D, melatonina y un cóctel de anticuerpos monoclonales, entre otros componentes.
Lunes 5 de octubre. Después, de menos de 72 horas en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, el presidente Trump regresa a la Casa Blanca sin síntomas tras superar la enfermedad en tiempo récord, lo que resultó bastante sorprendente teniendo en cuenta que el pasado 14 de junio Trump cumplió 74 años y que según su altura y peso posee un IMC de 30.5 (según el INS un IMC de 30 o más se asocia con obesidad).
¿Qué tenían en común los tratamientos personalizados de la plantilla del Fuenlabrada y del presidente de los EEUU? El colecalciferol, más conocido como vitamina D3. Aunque tanto la plantilla del Fuenlabrada como Trump recibieron otros principios activos y sustancias como melatonina, zinc o factores de transferencia inmunitaria, hay que destacar que actualmente no existe suficiente evidencia científica que demuestre su uso para combatir el SARS-CoV-2, a diferencia del colecalciferol.
El colecalciferol o vitamina D3 es una forma de vitamina D. Se obtiene por dos vías diferentes: síntesis en la piel por la acción de los rayos ultravioleta de la luz solar sobre el 7-dehidrocolesterol o por vía digestiva a través de la ingesta de alimentos que lo contienen. El colecalciferol se transforma por hidroxilación en el hígado en 25-hidroxicolecalciferol (calcidiol) el cual se hidroxila de nuevo en el riñón para formar 1-25 dihidroxicolecalciferol (calcitriol) que es la forma activa de vitamina D.
Posee diversas funciones en el organismo. La más importante de ellas es la regulación de los niveles de calcio y fosfato a nivel renal, promoviendo la absorción intestinal de los mismos a partir de los alimentos y la reabsorción de calcio a nivel renal para disminuir las pérdidas por la orina. Además, favorece la remodelación del hueso y su mineralización. Con esto contribuye a la formación ósea, resultando esencial para el desarrollo del esqueleto.
Existen diversas fuentes de vitamina D en los alimentos, tanto de origen animal que contienen colecalciferol (vitamina D3) como de origen vegetal que contienen ergocalciferol (vitamina D2). Entre los alimentos que de forma natural contienen cantidades importantes de vitamina D se encuentran el aceite de hígado de bacalao y los pescados azules como el atún, salmón, caballa y sardina. Cantidades menores aportan el hígado de ternera y la yema de huevo. Los hongos o setas contienen cantidades apreciables de vitamina D2. En algunos países, hay que destacar que alimentos como la leche, yogur, margarina, derivados grasos, cereales de desayuno y pan, son enriquecidos con vitamina D, para minimizar el riesgo de deficiencia.
En general, la dosis recomendada de vitamina D al día en un adulto es de 15 microgramos. Al ser una vitamina liposoluble, puede almacenarse en el organismo hasta 30 días y pueden producirse efectos nocivos cuando se supera una dosis diaria de más de 100 microgramos.
Todas las células poseen en su superficie el receptor específico (VDR) que reconoce el calcitriol, forma activa de la vitamina D que juega un papel crucial en la modulación del sistema inmune por un efecto doble (1):
La unión del calcitriol al receptor específico (VDR) promueve una serie de cambios intracelulares que conllevan a reducir el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) característico del Covid-19 a través de los siguientes mecanismos (2):
Estudios recientes han concluido que la vitamina D reduce la posibilidad de contraer Covid-19 y también reduce la severidad de la infección. Los pacientes con niveles bajos de Vitamina D tienen más del doble de posibilidades de contraer la infección que aquellos con valores dentro de la normalidad.
La información clínica más reciente proviene de un estudio andaluz publicado en la edición de octubre de The Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology (3) desarrollado en el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC) y el Hospital Reina Sofía. Se trata del primer estudio piloto de intervención desarrollado en todo el mundo sobre sistema endocrino de la vitamina D y Covid-19. Un total de 76 pacientes hospitalizados, positivos por PCR y afectación pulmonar (neumonía bilateral), fueron aleatorizados a recibir (n=50) o no (n=26) suplementación con calcidiol oral cápsulas blandas.
Según la información recientemente publicada, de los 50 pacientes tratados con calcidiol oral, solo uno requirió ingreso en UCI (2%), frente a los 13 del grupo que no fue suplementado (50%). Estos datos parecen avalar la hipótesis de que la activación del sistema hormonal D reduce el riesgo de aparición del Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA) en pacientes afectados por la Covid-19. Los resultados son esperanzadores y están despertando un gran interés entre la comunidad científica internacional. En las últimas semanas se ha puesto marcha una segunda fase del estudio con una mayor muestra de pacientes para ver la viabilidad de un tratamiento que podría llegar a ser muy efectivo.
Referencias